Desde el cuidado del suelo hasta la elección de los nutrientes adecuados, cada pequeña decisión que tomamos puede marcar una gran diferencia en el crecimiento y la resistencia de las plantas.
Núria Sierras, Head R&D Plant Health, nos cuenta cómo contribuir de manera efectiva a mejorar la salud de las plantas.
En I+D de Plant Health trabajamos, de puertas hacia fuera, siempre atentos a las necesidades de los agricultores y del sector en general; e internamente, utilizamos el sistema de gestión de proyectos.
En los proyectos, trabajamos a partir de un concepto de producto y, si funciona la prueba de concepto, desarrollamos prototipos de los que ensayamos su eficacia. En condiciones controladas, primero, y de campo después, y para el candidato a producto final, llegamos a estudiar su modo de acción.
Para ello, nos apoyamos en la mayoría de los casos en conocimiento externo. Colaboramos con centros tecnológicos, con universidades —nacionales e internacionales— con el objetivo de entender el funcionamiento de nuestros productos.
Desarrollando soluciones sostenibles para resistir y superar el estrés vegetal, incrementar el rendimiento de los cultivos y mejorar los parámetros de calidad de las cosechas. Nuestros productos juegan un papel importante en la lucha contra la crisis climática, ya que permiten un uso más eficiente de los fertilizantes y una gestión integrada y más sostenible de los cultivos.
Aunque parezca curioso o extraño, las plantas también sufren de estrés. El estrés es el estado en el cual la planta no realiza sus funciones fisiológicas de manera normal, lo cual detiene su crecimiento y su desarrollo e incluso puede reducir la productividad de los cultivos. En concreto, las plantas pueden padecer estrés de tipo abiótico, que es el término técnico que se utiliza para definir el tipo de estrés que combaten los bioestimulantes.
El estrés abiótico normalmente lo generan condiciones climatológicas adversas, como son las temperaturas extremas, la sequía… y que por desgracia actualmente están muy presentes debido a la crisis climática.
Los bioestimulantes hacen referencia a un concepto muy amplio, ya que se trata de cualquier sustancia y/o microorganismo cuya función sea estimular los procesos fisiológicos naturales de las plantas, mejorando la absorción y la asimilación de nutrientes, y ayude a combatir el denominado estrés abiótico —este que está generado por condiciones climatológicas adversas— mejorando los parámetros de calidad agronómica.
Quizá se pueda entender un poco mejor qué es un bioestimulante si hacemos el símil con la salud humana: un bioestimulante no es un fármaco, que en salud vegetal sería un fitosanitario, ni es un fertilizante, que si lo asemejamos a la salud humana sería un alimento; sino que es algo más parecido a un terapéutico.
Los bioestimulantes tienen un papel muy relevante en la resistencia de los cultivos a las condiciones climáticas adversas. ¿Y por qué? Pues por un lado, los bioestimulantes intervienen en los mecanismos fisiológicos de la planta para aumentar su resistencia y su recuperación en estos periodos de temperaturas extremas, sequías, etc. tan frecuentes actualmente debido a la crisis climática. Y también promueven el uso eficiente de los nutrientes y ayudan a reducir la carga química en los tratamientos fitosanitarios, garantizando la eficacia de estos tratamientos.
La tecnología en la que se basan todos nuestros productos es Enzyneer®, con la que preservamos la forma biológicamente activa de los aminoácidos, que es la forma L. Enzyneer® utiliza enzimas para obtener los L-α-aminoácidos y otros compuestos bioactivos que actúan en sinergia para estimular los procesos fisiológicos de las plantas.
La eficacia de estos compuestos está contrastada. La hemos validado con estudios sobre la regulación de la fotosíntesis y la eficiencia en la nutrición, con bioensayos de actividad análoga a fitohormonas y con estudios de análisis de la expresión génica. Por último, comentar que Enzyneer® es diferencial respecto a las hidrólisis químicas, que son los métodos de obtención típicos utilizados para la obtención de bioestimulantes basados en aminoácidos, y que presentan desventajas respecto a nuestra tecnología.
El impacto de este tipo de productos en la agricultura moderna está siendo notable, ya que tanto por el origen natural como por la función que realizan, encajan en los principios de la bioeconomía circular, así como con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Actualmente estamos desarrollando proyectos para la bioestimulación de los cultivos con una tecnología propia que lo acondiciona los microorganismos beneficiosos garantizando una mayor adaptabilidad de las cepas a las condiciones de campo.
Los proyectos futuros en los que estamos trabajando pivotan alrededor de los probióticos, así como de los metabolitos que generan estos microorganismos y que tienen unas funcionalidades muy interesantes para las plantas.